«EL MANDADO NO ES CULPADO», CUANDO SE OSTENTA UN PODER

Por: Víctor Galindo “Vigaro”.

Así versa un dicho popular, y al parecer es aplicable en el desempeño de muchas actividades cotidianas, cumpliendo más con disponibilidad y obediencia, que con la preparación profesional o años de estudio.

Ejemplo de ello es apreciable en el ingreso principal del área administrativa de la Sub Delegación Juárez del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) anexa a la clínica #1, en Guadalajara.

 

En este lugar (ingreso principal) la responsabilidad de organizar a los asegurados que pretenden realizar un trámite o queja ante la institución, recae en un guardia de seguridad privada, quien de manera celosa cuida el ingreso al inmueble, más aún, reparte fichas, da información e indicaciones referentes al protocolo que debe respetarse en esa oficina.

 

Como dice el dicho muy mexicano, «quien es mandado no es culpado», ya que durante el turno en que es requerido como encargado de esa actividad, el guardia de seguridad privada se desempeña con lealtad a las indicaciones del encargado de esa oficina de trámites.

 

Sin embargo, hay otro dicho que asegura «No tiene la culpa el indio sino quien se lo hace compadre» y viene al tema, derivado a que mientras cientos de personas se deben formar en una de las siete filas que tienen dispuestas en el patio principal de esta clínica, allí deben esperar (de pie) la indicación del guardia de seguridad quien desde la puerta y con el poder indicativo de su dedo índice derecho da la orden de quienes deben pasar.

 

Caso contrario, al movimiento de sus manos impone a los despistados la indicación de pasar a formar la fila correspondiente.

 

El empleo parece muy normal, sin complicaciones, y es que mientras las personas que requieren información, orientación, realizar un trámite, deben referirse al guardia como «jefe», «oficial», «Capitán», la actitud reflejada inconscientemente por esta persona es de disfrutar las mieles de la autoridad que ejerce todos los días.

Algo muy diferente sucede en el Centro de Salud de la calle Churubusco # 143 (del sistema estatal de salud Jalisco), en este sitio no solamente se hace una logística de atención a los pacientes que llegan hasta este centro; al ingreso hay un pequeño registro (bitácora) atendido por un médico, en él recae la responsabilidad de distribuir a las personas con los médicos correspondientes y que en total suman una veintena de servicios que allí se brindan.

 

Contrariamente en este pequeño lugar, también existe personal de seguridad privada, quienes realizan la actividad correspondiente, vigilan, dan rondines, atienden los estacionamientos asignados al personal en turno; pero corresponde al médico en el módulo, tomar la temperatura con el termómetro digital, colocar el gel antibacterial, llenar los datos generales de los solicitantes, orientar, programar y levantar la secuencia de los servicios realizados, mientras esperan en unas bancas con la indicación de sana distancia.

 

Dependencias públicas, una federal y la otra estatal, una con asegurados que durante su vida productiva proporcionaron recursos creando su derecho a ser atendidos; otra con limitaciones propias de un presupuesto, ambas inmersas en la burocracia, pero ambas totalmente diferentes a la percepción social, será que si influye en el personal el concepto del valor de la salud?